NI MERCED NI PERDONES
Hablan por ahí de una oscuridad
que yo no te conocía,
lejos de tus palabras que agonizan en mi faz.
Pero yo no les creo a las habladurías,
porque siempre serás el ángel
montado en el blanco corcel
de mis noches de paz.
Y siguen las lenguas viperinas
arrojando su veneno
sobre la senda que a golpe de lágrimas y esfuerzo
forjaste con tu alma y talento.
Dejarlos que hablen
y que sigan echando sus piedras al viento;
porque tú siempre serás
un lirio abierto, lozano, sobre mi pecho.
Yo te guardo en el cofre de mis pasiones,
cual una joya engastada de rubíes
y haré callar esas bocas feroces
porque el amor que te profeso
no habrá de conocer para los que manchan tu nombre
ni merced ni perdones.
INGRID ZETTERBERG
Dedicado a mi amado
Camilo Sesto
De mi poemario
"A la sombra del ñandubay"